Si bien Downey vivía y trabajaba en Nueva York, nunca perdió interés en Chile y en sus raíces latinoamericanas, y en 1973 se embarca en un viaje que lo llevaría desde Nueva York a diversas localidades en el continente americano –México, Guatemala, Perú, Bolivia, Chile — registrando las culturas autóctonas de cada localidad y luego mostrándolas a si mismas y a otras durante el viaje. Utilizando las capacidades del video como el “playback” y aludiendo a sus posibilidades topológicas Downey realiza la serie de videos que conforman la instalación Video Trans Américas.
A raíz de este viaje Downey decide irse a la selva amazónica venezolana y reside allí durante varios meses entre los Yanomami, realizando uno de los cuerpos de trabajo más singulares de la historia del arte contemporáneo, en el que se intersectan los diversos intereses de Downey para desmantelar la pretendida objetividad de la observación etnográfica.
En julio de 1973 Downey junto a Marilys su mujer, el hijo de ella y el fotógrafo Bill Gerstein, salen de Nueva York rumbo al Golfo de México en una furgoneta, recorriendo después Monterrey, Matehuala, San Luis Potosí, Santa María del Río, México D.F., Tajín, Zampoala, Tuxpán, La Venta, Veracruz, Yucatán y por último Tikal en Guatemala.
Durante el viaje, el 11 de Septiembre, se produce el golpe de estado en Chile que tendría como resultado la muerte de Salvador Allende y marcaría el inicio de la sangrienta dictadura cívico – militar. Posteriormente, en Diciembre del mismo año, viajan a Perú, visitando Lima, Macchu Picchu, Cuzco, Pisac, Ollaytaytambo, y los alrededores del lago Titicaca en Bolivia.
“Muchas culturas americanas existen hoy en total aislamiento, sin conocer de su propia variedad y de mitos comúnmente compartidos. Este viaje en automóvil está pensado para desarrollar una perspectiva holística entre las varias poblaciones que habitan los continentes americanos, además de generar interacción cultural.
Un registro en video desde Nueva York hasta la punta sur de Latino América. Una manera de desplegarse en el espacio mientras evolucionas en el tiempo.
Mostrando una cultura en el contexto de otra, la cultura misma en su propio contexto, y finalmente, editando todas las interacciones en el tiempo, espacio y contexto en una obra de arte.
Información cultural (arte, arquitectura, gastronomía, danza, paisaje, lengua, etc) será principalmente intercambiada a través de grabaciones en video a lo largo del camino y exhibido en los distintos pueblos, para que la gente conozca a otros y a sí mismos.
El rol del artista aquí se concibe como un comunicador cultural, como un antropólogo activador de la estética con medios visuales de expresión: videotape”.
Juan Downey
Una instalación con catorce monitores de video distribuidos en el espacio. Doce suspendidos en el techo, uno en la parte superior y otro en el suelo formando un octaedro que sigue las proporciones de la pirámide de Keops.
Un programa de once minutos de duración, concebido para cuatro canales, ofrece imágenes de las cuatro pirámides que Downey visitó durante su primer viaje: Teotihuacán, Palenque y Tajín en México y Tikal en Guatemala.
Sobre la misma plataforma en la que se inserta el monitor del suelo, en el centro del espacio definido por los doce monitores suspendidos, la bailarina Carmen Beuchat elabora un baile lento. Una cámara de circuito cerrado graba los movimientos de la bailarina.
Esta pieza, realizada originalmente para su exposición individual en el Center for Inter-American Relations, actual Americas Society, consistía en una estructura de madera (a modo de caja abierta), cuyo suelo mostraba un mapa físico de Chile pintado en rojo sobre el cual se encontraba una anaconda viva, la que era una clara referencia a la multinacional norteamericana Anaconda Mining Co., una de las compañías extranjeras del cobre chileno, cuya nacionalización fue una de las causas de la caída del presidente democrático Salvador Allende. La instalación fue censurada unas horas antes de su inauguración obligando al artista a retirar la serpiente. Downey, en su lugar, colocó un letrero denunciando el hecho. “Anaconda ausente. He sido conminado hoy a retirar una serpiente viva de mi obra de arte.” Esta instalación servía como una metáfora del miedo y la amenaza constante en lo que aún hoy, continúan viviendo los chilenos.
Sobre la silueta de un gran mapa del continente americano dibujado en el suelo del museo y ocupando incluso parte de los muros, el artista colocó ocho pares de monitores sobre bases, efectuando una traslación de los lugares donde había filmado las imágenes durante su viaje.
Una síntesis y encuentro de varios niveles culturales y sociales de América. Los ocho pares de monitores colocados sobre sus lugares geográficos en el mapa, presentan imágenes y sonidos sincronizados para crear una experiencia total y profunda del lugar.
Los videos son Nueva York-Texas 1&2, Yucatán-Guatemala 1&2, Lima-Macchu Picchu, Cuzco 1&2, Inca 1&2, Uros 1&2, Nazca 1&2, La Frontera 1&2.
“Es hora de empezar una obra de arte y de documentar activamente la casi extinta interacción de la cultura de la ladera oriental de los Andes con aquellas del nacimiento de la cuenca del Amazonas. La propuesta original de Video Trans Américas sigue pareciendo apropiada. Aunque las expediciones en blanco y negro constituyen una obra de arte perfecta en sí misma, parece necesario extenderla a las áreas en las que es más probable que tenga lugar un encuentro con la mente salvaje.
El conocimiento de los pueblos aborígenes constituye un recurso cultural patente y en proceso de desintegración. Las culturas aborígenes, por otra parte, se enriquecerán por la conciencia de otras poblaciones indígenas de los continentes americanos. Aunque esta nueva expedición de vídeo debería utilizar un equipo de color, las anteriores cintas en blanco y negro se volverán a pasar”.
Juan Downey
Acompañado de su mujer y su hijastra, el artista convivió con los Guahibos durante Agosto – Septiembre de 1976 y con los Yanomami desde Noviembre de 1976 a Mayo de 1977.
Video color. 25:10”
Esta obra muestra el mestizaje de los Guahibos que, aunque conserven sus costumbres, se han acercado mucho a los modos sociales y económicos occidentales. La apreciación de este shock cultural, que llevará al artista a considerar esta tribu “como una metáfora de sí mismo”, se manifiesta en la edición del video en el que se insertan, por ejemplo, imágenes de la película Jaws (Tiburón) con la preparación del casabe (pasta alimenticia) o las ocupaciones cotidianas de los Guahibos en la búsqueda diaria de alimentos.
La edición está estructurada en secuencias de seis segundos. El artista seleccionó el número 6 porque es una dominante en los tejidos de los Guahibos y aparece también en otros motivos culturales.
El corpus de obra realizado por Downey durante la estancia entre los Yanomami supone el punto culminante de sus series de VTA y es fundamental para comprender toda su trayectoria anterior, a la vez que anticipa algunas claves de lo que será su producción a partir de este momento.
Downey vivió con parte de su familia en las comunidades Yanomami de Bishassi y Tayeri y realizó breves incursiones en otras cercanas como Karohi.
Durante su estancia con los Yanomami, Downey realizó más de un centenar de dibujos de círculos o espirales. Había practicado la meditación durante toda su vida pero en la selva esta actividad se intensificó. Downey ha señalado que las formas luminosas que aparecen en la meditación se parecen mucho a la concepción formal del universo en esta comunidad, que lo concibe como cuatro discos circulares levemente curvados hacia abajo, como un platillo invertido. Los colores que Downey utiliza en sus dibujos corresponden a los colores que los Yanomami ven bajo los efectos de los alucinógenos.
“Arriba de mis ojos hay una esfera que alumbra sin calor, sin cambio, constante en su misterio. Quiero penetrar esta esfera o dejarla crecer, pero caigo en olvido. A veces, la luz aparece desde el centro superior de mi cráneo y se reparte por la piel hacia abajo. ¿Es eso el principio vital mismo? ¿Por qué se consume?”
Juan Downey
Montaje de 14 fotografías. 16 x 24 cm. cada una
El Shabono como metáfora de la estructura social y espiritual de los Yanomami es el tema de esta obra, que comienza con un montaje de imágenes en la selva, mientras Downey va narrando uno de los mitos de la creación de los Yanomami.
La obra es una sucesión de imágenes al servicio de una narración, la del propio Downey traduciendo las palabras de Jacques Lizot, antropólogo francés, sobre la vida de los Yanomami. Imágenes aéreas del Shabono en la selva se alternan con planos cortos de las personas que lo habitan. En un deseo del artista de ofrecernos el modo de mirar de los Yanomami, sigue con la cámara el movimiento de los cuerpos.
Al final de la cinta un grupo de niños mira su imagen en el monitor, mientras otro Yanomami adulto utiliza la cámara del video y nos devuelve la cara del artista.
Esta obra expresa con ironía, humor y de forma más explícita la compleja dialéctica de todo su trabajo y las contradicciones resultantes de mezclar lo objetivo con lo subjetivo, el pasado con el presente, lo interior con lo exterior, y sobre todo el mundo del observador con el del observado.
La cinta comienza con Torokoiwe, uno de los chamanes, y continúa con imágenes del artista vestido de traje en Nueva York, alternando con secuencias dedicadas a las actividades rituales de los Yanomami. En otro momento vuelve a aparecer el artista ahora con la cara pintada de negro hablando por teléfono. Destaca la secuencia en la que dos Yanomami lo apuntan con sus armas en medio de la selva y él se defiende apuntando su cámara.
Como un interminable juego de espejos deformantes se pasa de la selva a las calles de Nueva York, de la familia Yanomami a la familia occidental. Un mito de creación y otro referido al origen del fuego se alternan en la narración con la descripción de otras actividades como la preparación de sustancias alucinógenas.
(El Caimán con la Risa de Fuego) 1979 Video Color, 27:00 min.
Es una vídeo-instalación, inspirada en la vivienda comunal de los Yanomami, así como en su sistema numérico. El Shabono, como lugar simbólico donde convergen el orden social y religioso, es también el lugar del fuego, elemento fundamental en el ciclo de vida de la cultura Yanomami por su connotación funeraria. El fuego es una presencia continua y un elemento de purificación, a través del fuego desaparecen los cadáveres cuyas cenizas serán consumidas por los allegados del muerto, y en él se consumen también todos los objetos que le pertenecieron.
La instalación consistiría en tres canales de vídeo para un mínimo de seis monitores y un máximo de doce monitores. Idénticas imágenes aparecerían en los monitores ligeramente desincronizados, por lo que cada dos pares de monitores mostraría una secuencia seguida por su eco.
El artista realizaría tres versiones de esta obra con dos y tres canales de vídeo, en función del número de monitores. En las diferentes versiones del Círculo de los Fuegos, Downey utilizó de una manera muy precisa el material grabado durante su estancia con la comunidad Yanomami. Downey cortó las imágenes según los ritmos de la vida cotidiana, por ejemplo, el plano de una cara permanece en la pantalla el tiempo que tarda el Yanomami en hacer un movimiento con el remo de su canoa. El cuerpo del mismo Yanomami se fragmenta en encuadres rígidos, y la imágenes se editan en cortes rápidos, superponiéndose las unas a las otras, los ritmos del río y la selva inundada de luz dejan paso a imágenes del Shabono, de la preparación del yopo alucinógeno, la siesta en la hamaca, la llegada después de la recolección etc.
Sólo escuchamos los ruidos del agua y del fuego, los llantos de los niños, alguna conversación o el roce de los utensilios al machacar las semillas de la droga. Un ritmo cíclico unifica las dimensiones temporales y espaciales de la instalación. Las imágenes individuales se componen en círculo sobre un eje central, alternando las posiciones verticales horizontales y diagonales. Editada en un loop continuo, comienza de nuevo cada seis minutos. Como si se tratara de un espiral sin fin, la imagen y el sonido hipnótico que transmiten la calma de la vida en el Shabono sumen al espectador en un estado de meditación.